y no confuso, y si la Biblia fue realmente inspirada por Dios (2 Ti. 3:16), entonces la exégesis debe aspirar a encontrar la coherencia entre la revelación bíblica y la profunda unidad de la verdad divina. A menos que vayamos a chapotear para siempre en la superficie de las cosas (contentarnos con que aparezcan «tensiones» y «dificultades»), debemos resistirnos a las modas atomísticas (y fundamentalmente anti-intelectuales) dentro de la dirección teológica contemporánea. Hay demasiado interés en
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